miércoles, 13 de mayo de 2015

Toscana

* Versión en euskera / Euskarazko bertsioa: Toscana bizikletaz

Uno de los viajes que hizo Iratxe antes de que se formara este "equipo" que tenemos hoy en día. Sólo 12 días, pero que dieron para mucho, sobre todo para querer seguir viajando así. Aquí os dejamos su experiencia:

La Toscana

 

La región de la Toscana, en Italia, es muy famosa y turística. Es muy típico recorrerla en coche o en moto, pero, ¿por qué no en bici? La bici te permite admirar los paisajes por los que discurres y percibir la belleza del lugar mucho mejor que si pasas en cualquier vehículo a motor. Vas más despacio, lo que te da la opción de percatarte de más detalles y además, en cierto modo, con la bici "eres" parte de ese paisaje.


A pesar de ir en septiembre, hacía mucho calor. Pero lo bueno es que aunque seguía habiendo mucho turismo (¿cuándo no lo hay en Italia?), ya no es lo mismo que en pleno verano.

Eso sí, pequé un poco de pardilla y novata, ya que no sé por qué me había hecho a la idea de que sería todo bastante llano...¡y qué va! Es una zona llena de colinas y todas las carreteras secundarias pasan por medio de los pueblos que, claro está, están en lo alto de una colina. Así que todos los días fueron una constante de subidas y bajadas. Pero bueno, cualquier esfuerzo se ve altamente recompensado con la maravilla de pueblos que se conocen, los paisajes que te rodean y la gastronomía italiana. 

¡Menudas pintas!


Empecé en Massa (a donde llegué en un tren desde Milán), en la zona de Carrara, famosa por el mármol. Desde aquí se divisan unas montañas blancas junto al mar que parece que estén nevadas, pero el color se debe al mármol que extraen de las mismas. Supuestamente de aquí es el mármol con el que esculpía el famoso Miguel Ángel sus obras de arte.

De aquí me dirigí a Viareggio, ciudad costera famosa por su carnaval. Desde aquí los primeros kilómetros camino a Lucca fueron un poco "coñazo", ya que iban paralelos a la autopista y había muchísimo tráfico.


Lucca es una ciudad pequeñita, amurallada, con pequeñas callejuelas que invitan a pasear y perderse para ir descubriendo sus encantos. Siguiendo siempre por carreteras secundarias, a la tarde llegué a Montecatini Terme para dormir en un cámping en lo alto de una colina con unas vistas espectaculares.

 

La siguiente parada fue Vinci...sí, lugar de nacimiento del genial Leonardo da Vinci. Es un pueblo pequeño en el que hay un museo dedicado a él y en la plaza alguna escultura en honor a alguna de sus obras más famosas. Pero, curiosamente, no nació en este pueblo, sino en otro situado a 5km. Pero vamos, que tampoco es que haya mucho más que ver aquí. Así que de aquí camino de Florencia, intentando evitar el tráfico al máximo.


Gran filosofía "vinciana": es mejor mantenerlo limpio que limpiar.

Florencia o Firenze, capital de la Toscana y del renacimiento, pues fue aquí donde se originó este movimiento artístico. No es muy grande y lo que hay que visitar se encuentra en el centro, con lo que lo mejor es pasear y dejarse llevar, perderse por sus calles para ir descubriendo todos sus secretos. Si sois amantes del arte, sobre todo del renacimiento, esta ciudad os va a encantar. Rezuma arte por todas partes, hay esculturas (entre ellas el famoso David de Miguel Ángel) y arquitectónicamente tiene también muchas joyas.



No es de extrañar, pues, que fuera declarada Patrimonio de la Humanidad. Pero, además de todo eso, los atardeceres que se pueden contemplar desde el Piazzzale Michelangelo, con vistas sobre toda la ciudad, son dignos de admirar.




 

Chianti

 

El Chianti es uno de los vinos tintos más prestigiosos y conocidos. Recibe el nombre porque se produce en el valle del Chianti, corazón de la Toscana. Esta zona incluye las colinas entre Florencia y Siena, entre Arezzo y las colinas Pisanas. Y esta región es la de los paisajes que todo el mundo imagina cuando oye hablar de la Toscana. Simplemente encantador, una sucesión de colinas, viñedos, pueblos medievales y fastuosas casonas. Eso sí, para ir en bici esta región es bastante "rompepiernas", todo el tiempo colina arriba, colina abajo. Aunque yo creo que me engañaron, porque mi sensación es que subí mucho más que lo que bajé!



En Greve in Chianti tuve la suerte de encontrar una feria de vino. Muy buen ambiente y un montón de puestos para probar distintos vinos de la zona. La anécdota del día: un señor que me empezó a hablar al ver mis pintas de ciclista, que si había hecho el Camino de Santiago dos veces y se había acercado a la feria en bici desde Florencia...y como se había tomado ya unos 8 vinos estaba paseando y comiendo un trozo de pastel  para que se le bajara el "mareo" y poder volver! No sé yo cómo, con 38ºC que hacía y la solana que pegaba.


Otro de los pueblos que entra en todo tour por la Toscana que se precie es Montepulciano. Todo el pueblo se encuentra en cuesta y su calle principal se alarga durante 11km desde la parte baja hasta llegar arriba del todo. Pero el esfuerzo merece la pena...¡menos mal! Siguiente parada obligada: Montalcino. Otro pueblo al que se recomienda llegar con fuerzas si no queréis que os dé una pájara en plena subida. Que no es que me pasara a mí, que me lo ha contado un amigo... ;) La subida es larga, muy larga, de esas que en todo momento ves el pueblo ahí, al lado, pero no llegas. Eso sí, una vez arriba, en el castillo, las vistas son espectaculares.



De aquí camino a Siena, rodeada de paisajes de ensueño. Viñedos, verdes colinas, campos y casonas. Pena que fuera septiembre, con tonos más marrones y ocres, pues en primavera la variedad cromática tiene que hacer de esta región un lugar mágico. Siena es la capital de la provincia homónima y su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. No es de extrañar, pues la catedral es impresionante y la Piazza del Campo es un lugar único. Aquí es donde se celebra el Palio, una carrera hípica que se desarrolla en la misma plaza entre distintos barrios de la ciudad. Para saber más, bendita Wikipedia.




Dejando atrás Siena, pero no el paisaje vitivinícola, pedaleando hacia el noroeste se llega a San Gimignano, uno de los pueblos más espectaculares que veréis jamás. Es un pequeño pueblo medieval, Patrimonio de la Humanidad, erigido sobre una colina y amurallado. Lo que llama la atención son sus altas torres, que se pueden divisar desde kilómetros a medida que te vas acercando con la bici. Trece altas torres, ni más ni menos. Y esas son las que quedan, ya que originalmente eran más. Las torres eran símbolo de poder en la Edad Media y las familias competían por ver quién la tenía más grande. ¡Uy! Qué mal ha sonado eso... ;p De verdad que paseando por sus calles y plazas te sientes muy pequeñito. Aunque, como os podéis imaginar, está lleno de turistas.



Penúltima parada del viaje: Volterra. Otra joya medieval con murallas, palacios, casas torre y mucha historia. Fammosa también por el alabastro. Aunque tengo que confesar que la disfruté más bien poco, porque hacía muchísimo viento. Llegar me costó horrores, por una carretera con mucho tráfico y un viento que continuamente me empujaba del arcén hacia la calzada.



Los últimos kilómetros fueron todos cuesta abajo (¡por fin!) o llaneando, hasta llegar a la costa, concretamente a Cecina (se lee "chéchina", que no cecina como la del cerdo...). Aquí cogí un tren que me llevó a Pisa, donde me esperaba el avión que pondría fin a este periplo bicicletero por la Toscana. No sin tener unas pocas horas para pasear por Pisa, que aunque ya la conocía siempre es agradable darse un paseo por sus calles del centro y acabar en su archiconocida torre. Lo más divertido que se puede hacer aquí es sentarse a mirar cómo todos (absolutamente todos) los turistas se sacan la foto "sujetando" la torre.

12 días exprimidos al máximo y no me queda duda de que la mejor manera de recorrer esta región era con la bici. Cada kilómetro mereció la pena, cada pedalada me llevaba a lugares espectaculares, percibiendo todo su esencia. Si tenéis oportunidad de hacer un viaje así, no lo dudéis ni un segundo.

Hasta la próxima aventura!

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